martes, 19 de mayo de 2015

La familia romana (ll)

El matrimonio:

En Roma, se trataba de un contrato social que tenía lugar en una sociedad de estructura patriarcal donde todo el beneficio era  del varón, y no de la mujer. El objetivo principal del matrimonio en la Antigüedad era la procreación legítima de descendencia para perpetuar el linaje y la tradición familiar.

A grandes rasgos, los matrimonios presentaban las siguientes características:

- El rito del matrimonio: Se regía por el ius conubii, en el que las uniones matrimoniales entre ciudadanos contemplaban que los hijos se consideraran legítimos. La mujer romana dependía totalmente de la tutela del pater familias.
- Los esponsales: Sponsalia: Son una promesa recíproca de que en un futuro próximo contraerán matrimonio los esposos. Los esponsales se realizaban siendo los novios muy jóvenes, incluso sin llegar a la adolescencia.
- Las bodas: nuptiae:
  • El día anterior, la novia entregaba sus objetos de la infancia como ofrenda a la diosa Venus.
  • La novia vestía una túnica blanca con un velo de color naranja que cubría su rostro (el flammeum).
  • Se anunciaba el contrato matrimonial con testigos; y el novio (sponsus) entregaba un anillo a la novia (sponsa) como símbolo de promesa y se fijaba la dote.
  • Se celebraba una cena como banquete nupcial en casa de la novia, que era llevada en procesión a su nueva casa, donde le esperaba el marido quien, en brazos, la introducía en el hogar. 
La descendencia:
  
Una vez que el padre reconocía a los hijos varones habidos dentro del matrimonio, estos recibían los nombres y apellidos de la familia a la que pertenecían, mientras que las hijas solamente recibían el apellido en femenino de la familia.
Se imponían tres nombres al niño, la tria nomina:
  1. Praenomen: nombre de pila.
  2. Nomen: nombre de la familia.
  3. Cognomen: segundo nombre de la familia, que suele proceder de un apodo dado al primer miembro de esta. 
La mujer:

La mujer libre romana estaba sometida a su padre o a su marido y carecía de derechos políticos.
Las niñas tampoco recibían la misma educación que los niños, raramente iban a la escuela media y nunca a la superior, aunque algunas alcanzaron un alto nivel cultural gracias a preceptores particulares.

A pesar de todo esto, la mujer disfrutaba de una gran consideración dentro de la familia y desde la época imperial disponía de un grado de libertad, mayor que las mujeres de otras sociedades antiguas.
Llevaba una intensa vida social propia (salía a comprar, participaba en banquetes e incluso trabajaba en oficios que no se consideraban femeninos) y acompañaba al marido a actos oficiales o espectáculos.

Más tarde, muchas mujeres tenían acceso a la educación, bien asistiendo a escuelas elementales o por medio de tutores privados. No era raro, ni estaba mal visto, que tuviesen conocimientos de geometría o filosofía.

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